viernes, 18 de octubre de 2013

La lectura enseña más que el estudio

     Jordi Sierra y Fabra afirma que se aprende más leyendo que estudiando, según recoge el diario El País del pasado 19 de Junio en el artículo Sierra i Fabra: cuando la lectura enseña más que el estudio. Por ese motivo, me parece interesante compartir algunas ideas con respecto a los hábitos lectores de los jóvenes de nuestro país y al fomento de los mismos. 


     Según datos de la Federación de Gremios de Editores en España, en 2008 el 85,3% de los niños entre 10 y 13 años se declaraban lectores. A fecha de 2012, sólo el 68,9% de los jóvenes entre 14 y 24 años afirmaban leer en su espacio de ocio. Como podéis observar, los datos son estremecedores. Se produce un descenso de más de dieciséis puntos en un periodo muy reducido de tiempo. Aunque cabe mencionar, que en las últimas cifras expuestas, se recogen más generaciones que a las referidas en 2008 a niños de 10 y 13 años. A día de hoy, sólo el 84,6% de los niños entre 10 y 13 años lee libros en su tiempo libre.


     Por los motivos anteriormente expuestos, me pregunto, ¿cómo se enfoca la motivación lectora en los ámbitos educativos y en los hogares de nuestro país? ¿Cómo es posible que transformemos niños lectores en adolescentes con una competencia literaria nula? Diversos autores, fundamentan la respuesta a esta última pregunta en que, en la actualidad, existen nuevos recursos de entretenimiento que suponen una competencia desmesurada con respecto a la lectura, como por ejemplo, los videojuegos, la televisión o el cine. En cambio, yo soy de las personas que considera que la lectura no está en continuo conflicto con los nuevos medios de entretenimiento, sino que son compatibles. 


     El problema que encuentro en cuando a la motivación lectora es principalmente que no existe y, si se motiva, se motiva mal, floreciendo al mal lector. En muchos casos, la lectura se enfoca como una tarea más y no como un premio, por no mencionar a todos aquellos adultos que utilizan las lecturas como castigos, en vez de despertar el interés con historias que reten al lector a entrar en la misma. 


     Otra preocupación que considero interesante comentar con respecto a este tema, es que en la mayoría de los casos recomendamos a los nuevos lectores obras que no se funden con sus intereses. Lo fundamental para los más jóvenes es que lean, sea lo que sea, aunque sean novelas de moda que, para los docentes, no tienen fundamento alguno. Las personas que aprenden divirtiéndose posiblemente son más inteligentes que aquellas que estudian para aprender sin más. Los jóvenes en un futuro serán adultos y ya tendrán tiempo a elegir lo que es bueno y lo que no lo es, siempre y cuando sean lectores activos, pues si no lo son, claro es que no podrán elegir entre buenas o malas lecturas. 

   Por otro lado, considero importante hacer reflexionar a los escolares sobre la importancia de leer en diversidad, pues da autonomía al pensamiento. Si sólo lees una cosa, por ejemplo, a un único autor, asimilarás sólo una forma de pensar, en cambio, si las lecturas son diversas se ejecutarán personas críticas.



    En conclusión, nunca debemos olvidar que la literatura, además de enseñar, aumentar la riqueza del lenguaje y proporcionar un mejor desarrollo del pensamiento, debe proporcionar al lector placer, emoción y goce, y para conseguirlo, debemos formar buenos lectores, el interrogante es ¿cómo hacerlo? La pregunta queda abierta. Espero vuestras opiniones con nuevas ideas.

Bibliografía:

Winston Manrique Gabogal (19 Junio de 2013). El País-Cultura. Recuperado el 18 de Octubre de 2013, de http://cultura.elpais.com/cultura/2013/06/19/actualidad/1371667575_784039.html

1 comentario:

  1. Hola Andrea.
    Estoy de acuerdo con tu aportación, y más cuando dices que muchos adultos utilizan la lectura como castigo en lugar de lugar de ser un ejemplo para los niños y mostrarles que leer es una actividad divertida.
    También comparto, que nuestros alumnos deben de leer aquello que les guste en lugar de imponerles que lean un libro, ya que de ese modo al leer por obligación, podrán llegar a aborrecer la lectura y no querer coger un libro nunca.
    En cuanto a tu pregunta de cómo formar buenos lectores, nosotros docentes, deberemos ser ejemplo para ellos de lectura y mostrarles la pasión que tenemos hacia ella, porque si de verdad no nos gusta y no sentimos la lectura como actividad de disfrute, raramente podremos inculcársela a nuestros alumnos y no podremos formar buenos lectores.

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