Actualmente la didáctica de la
Lengua y la Literatura ha pasado de centrarse en las estructuras gramaticales a
la comunicación real, ya que el objetivo principal de la misma es la recepción
y transmisión de mensajes claros, es decir, comunicarnos adecuadamente. Este
modelo de enseñanza, llamado comunicativo se trabaja en el área de lengua
mediante la reflexión de usos concretos en diferentes situaciones de
comunicación y en el área de literatura a la hora de relacionar y comprender
adecuadamente los textos literarios leídos en lugar de basarse en la simple
memorización de autores, obras, etc.
Pero… a la hora de hablar por
teléfono con un amigo de su misma ciudad ¿El niño sevillano se expresará de la
misma forma que el niño madrileño? ¿Cuál de las dos conversaciones se adecuaría
más a “la norma española”?. Si nos fijamos en el modelo estándar, la mayoría
respondería que el niño madrileño es “más correcto” a la hora de hablar y
pronunciar, ya que estamos influenciados por la televisión y los medios de
comunicación. Pero lo que mucha gente no sabe es que es igual de normativo el
modo de expresión del sevillano, ya que actualmente en España existen dos
normativas: la toledana y la sevillana (característico de Andalucía, donde encontramos casos de ceceo o seseo, entre otros), ambas
igual de respetables y de válidas.
De este modo, es nuestra labor como
maestros enseñar a los alumnos el respeto ante las dos normativas, igualmente
válidas para que no sucedan casos como el ocurrido en 2009 por parte de una
diputada de las Cortes al referirse al acento andaluz como “chiste” lo cual
suscitó muchas críticas, lo cual no es para menos.
Finalmente dejo el enlace a un artículo
de opinión escrito por Anastasia A. Romanov Mejías llamado Yo hablaré andaluz en el cual no sólo escribe sobre el hecho de
2009, sino que también comenta la aportación andaluza a la cultura española.
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