Tiene
algo de chispa que en estas últimas semanas, nos alarmemos y nos llevemos las manos a la
cabeza cuando oíamos comentarios acerca del bajo porcentaje de niños de
diferentes edades, que prefiere antes dirigir cochecitos y naves espaciales con
su Xbox o con la nueva Play Station que coger un libro y nutrirse de todas sus
historias, relatos y experiencias. Es entonces, indignados con dichos datos,
cuando buscamos culpables o las causas de dicha situación hasta debajo de las
piedras, sin darnos cuenta que hasta nosotros mismos, futuros maestros, apenas leemos más de 4 o 6 libros a
lo largo del año y tirando por lo alto.
Si somos
nosotros quienes hemos de fomentar la lectura en niños de entre 6 y 12 años, debemos
ponernos manos a la obra, enriquecernos con todo lo que un libro, un periódico,
un artículo, etc. nos puede ofrecer. Ya
que, como tanto repetimos, lo más importante es predicar con el ejemplo.
Con el
fomento de la lectura no sólo conseguiremos mejorar en nuestros alumnos las
habilidades de lectoescritura o comprensión, si no que leer, aporta una serie
de beneficios extraordinarios y que muchas
veces no somos ni conscientes de
ellos. Por ejemplo, leer a menudo favorece a la
ejercitación del cerebro puesto
que al tratarse de una tarea de mayor complejidad, se fortalecen y se crean nuevas
conexiones cerebrales. Con la lectura se mejora y aumenta
la capacidad de
concentración a medida que el niño incrementa su frecuencia lectora que a su
vez, favorece el desarrollo de
habilidades lingüísticas puesto que se aprende
nuevo vocabulario, expresiones, palabras… así como su correcta utilización y, consecuentemente, se aumenta la
capacidad de retención
y entendimiento de los textos, sea cual sea la materia al que pertenezcan. Así,
la lectura además de fomentar la
imaginación en los niños, favorece al
desarrollo de la
empatía ya que, continuamente, son conscientes de múltiples
situaciones y aspectos cotidianos que los pequeños lectores podrán extrapolar a
su día a día.
Así pues,
tras comentar muchas de las ventajas que “abrir un libro” nos puede aportar,
creo que hemos de ser consecuentes con lo que pensamos, criticamos y defendemos
acerca de la importancia de la lectura en todo el proceso educativo. Y aparte
de servir como figura de referencia, deberemos motivar a nuestros alumnos a adquirir
por sí mismos dicho hábito lector y ayudarles a que supriman de sus mentes experiencias
desafortunadas anteriores, y así, transmitirles el placer por la lectura.
Porque,
en mi más sincera opinión, que un alumno sin recurso económico alguno y cuya principal actividad es la mendicidad, te pida prestado un libro entre sonrisas con el fin de leérselo a sus hermanos pequeños, es un logro
inigualable.
Yaiza Alzallú Catalán